30.12.10

Indispensable la rodaja de limón



Les 14 cobertes de la revista


Música para maniáticos o música para todos. Esta es la cuestión. Gimlet es el nombre de un cocktail que, al pasar, se toma un personaje de Chandler. Es una palabra fugaz, que deja una memoria fugaz, una huella apenas en la conciencia del lector. Este es el truco básico de la “novela negra”. No se retiene al lector, pero de pronto sele da un suave toque, se le marca con un nombre, un gesto, una respuesta, un carácter, una melena, una especial manera de subrayar la realidad con una Beretta o un lápiz de labios.

El título de la revista tiene música de cultura gratuita. Un cocktail, una novela de negras aventuras modernas. Gratuita e inocente, como la gastronomía y el paso de baile final de Lauren Bacall en Tener o no tener. Gimlet apuesta por una tierra libre para la cultura lúdica, para un tipo de literatura que enseña las mentiras y pide para ellas la sonrisa cómplice de los embusteros. En la confianza de que todos somos embusteros, dentro de lo que cabe, Gimlet es una revista con voluntad y esperanza de mayoría. Esperanza de mayoría que sería prueba y efecto de higiene social, porque la salud de una comunidad puede medirse por el amor o desamor a las culturas lúdicas e inocentes, al paso final de Lauren Bacall en Tener o no tener.

Dedicada a la novela policíaca en primer lugar, a la novela de aventuras en todos los lugares restantes, a la imaginación y la imaginería de las artes aplicadas a banalizar la dialéctica entre el bien y el mal social, Gimlet no viene a llenar una laguna sino un océano, en la playa chapotean las comedidas bañistas postvictorianas de Agatha Christie y en alta mar nadan los negros personajes de Chester Himes, a la vez Balzac y Zola de una de las cloacas del sistema. Y por el camino aquella vez en que va Bogart y dice... o sale Bacall y se lo mira al tío así... o a Robert Mitchum se le dispara la ceja en ángulo agudo y... La novela policíaca implica una toma de posición y una reflexión sobre el mal social en el mundo contemporáneo, pero tampoco hay que exagerar, amigo, si quiere documentarse sobre el mal social lea otra cosa. La novela policíaca, y el cine que le ha dado carne, se limitan a ofrecer un paisaje moral sobre el que se mueven personajes a los que se les escapa la risa porque saben que lo son.

Tal vez habría que decirlo. Sin duda hay que decirlo. Me parece que voy a decirlo. Gimlet no pretende cambiar el mundo; si acaso aspira a ayudar a contemplarlo sin prisas pero sin pausas, como contempla Marlowe a las víctimas y los verdugos que le rodean. Amos y esclavos. Víctimas y verdugos. Estas verdades de fondo serán contempladas a través del filtro ocular de una copa de Gimlet: 1/3 de limón, 2/3 de ginebra, 2 gotas de ajenjo, ½ cucharada de azúcar, hielo, una rodaja de limón; se sirve en vaso estrecho.

M. Vázquez Montalbán,
editorial del número 1 de Gimlet

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